Un sutil adiós

Y me pongo a bordar una cobija usando hilos que de la luna he robado, en esta noche donde fluyen sentimientos sagrados, que aparecieron en un momento errado, antes del tiempo indicado.

Hago una cobija que pueda abrigarte de males. Sé que tengo el corazón herido y este dolor fui yo quien lo creó. Sé que, más que mío, es nuestro por error…

A pesar de todo eres tú y soy yo, eres yo y soy tú, y somos y seremos si algo pasa o si no pasa nada, porque nunca sabremos que fichas del destino se jugaran entre las sombras. No las controlamos. Solo vemos, como el destino va pasando haciéndose presente, alejándote y trayéndote a mi mente, vemos lo que hemos alcanzado. Vemos las lágrimas provocadas en los ojos por el dolor ocasionado. Vemos, solo eso… vemos.

Yo a ti te veo… aún con los ojos cerrados, con las manos abrazadas a este álbum de recuerdos. Te veo en lo ajeno y en lo que no está cerca, naufragando en aguas lejanas.

Tantas veces soy de más y tantas, tantas, soy de menos. Tantas veces te creé y te deshice. Tantas veces, entre delirios llamé tu nombre apenas como un susurro, porque no quería que nadie oyera el nombre de mi debilidad, el nombre que soy yo cuando me duermo en ti sin tenerte.

Sé que tras las sombras, tras los destinos, tras la eternidad misma y el dolor de no ser eternos, estamos siendo amables con nuestros sentimientos. Sé que entre esas sombras nos besamos y hacemos de este espacio limitado una fracción de eternidad. Sé que existo porque existes. Sé que existes porque te necesito.